domingo, 8 de marzo de 2009
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En este espacio te contaremos acerca de los proyectos que estamos desarrollando en la actualidad y esperamos recibir tus sugerencias y propuestas
El CEIM implementa el “PROGRAMA DE APOYO A LAS ACTIVIDADES DE CAPACITACIÓN Y DE INTERMEDIACIÓN DEL TRABAJO FEMENINO EN LA CIUDAD DE SAN NICOLÁS DE LOS ARROYOS – ARGENTINA”, conocido más sencillamente como “Clubes de empleo para mujeres” ; desde el año 2003, junto a fundación Propuesta de Lomas de Zamora y al Instituto Social y Político de la Mujer (ISPM) de ciudad de Bs As. Este proyecto está auspiciado por CESTAS , una ong italiana (http://www.cestas.org/) y financiado por el Ministerio de Relaciones Exteriores Italiano. Durante 2005 fue financiado por la región Marche, Italia, sólo para San Nicolás, con lo cual se convocó a las mujeres en dos oportunidades, marzo y Julio. El proyecto buscó mejorar la situación ocupacional de las mujeres participantes en el programa a través del fortalecimiento de la mismas, capacitándolas y estableciendo una red de sostén técnico y socio-psicológica. Consistió en : 1) Período de habilitación laboral (entrevistas individuales, encuentros grupales, entrevistas psicológicas aplicación de tests psicolaborales, examen de habilitación laboral, Seminarios Mundo laboral y Derechos laborales, Talleres Autoestima y Cambio) el cual duró tres meses. 2) Derivación y seguimiento (apoyo psico-social, nivelación de estudios, Bolsa de empleo, Autoempleo, recapacitación). Dos meses 3) Observatorio de la demanda laboral femenina en la ciudad de San Nicolás, con el consiguiente informe de los resultados. Me concentraré en los resultados de este último año y específicamente en la edición del Proyecto que comenzó en el mes de marzo de 2005 y culminó en febrero de 2006 en la ciudad de San Nicolás.. A partir de la convocatoria se inscribieron 198 mujeres, comenzaron el programa 98 , terminaron el período de habilitación laboral 75, las cuales manifestaban estar entusiasmadas con la posibilidad de mejorar su situación en el mercado laboral, de capacitarse en el futuro y de obtener un empleo. Como explicara anteriormente al finalizar el período de habilitación laboral, las derivaciones posibles eran Apoyo psico-social, nivelación de estudios, Bolsa de empleo, Autoempleo y Recapacitación. El apoyo psicosocial consistió en 8 talleres de fortalecimiento y sostén para aquellas que estuviesen atravesando una situación personal de sencilla resolución que les obstaculizara su inserción laboral, o que necesitaran un tiempo más prolongado que la habilitación para contenerlas y acompañarlas en su fortalecimiento y puesta en marcha. Dentro de este grupo pero con un apoyo diferente estaban las víctimas de violencia quienes fueron derivadas intrainstitucionalmente al equipo de atención a la mujer que ha sufrido violencia en su vida, del CEIM. A Nivelación de estudios fueron aquellas que debían algunas materias para terminar sus estudios secundarios y se las orientó y trató de apoyar para que los finalizaran. La recapacitación consistió en algunos cursos ofrecidos dentro y fuera de la institución que las ayudaron a mejorar su perfil laboral; como por ejemplo “secretariado ejecutivo”, “Seguridad en el hogar y primeros auxilios”, “ De las que ingresaron a la bolsa de empleo 26 consiguieron trabajo durante el año que duró el proyecto y se constituyeron 7 emprendimientos consistentes en ( Fabricación de prendas en telar, Peluquería, Gestoría, Repostería, Venta de ropa directa, Peluquería a domicilio, Viandas para tours, Programa de radio). Para poder trabajar con todas ellas, tuvimos que hacer foco en cada una como sujeta relacional y situada, atravesada por múltiples ejes, no sólo el género, sino también la clase social, la situación ocupacional, su inserción urbana, pero también su propia historia, la incidencia familiar y comunitaria, etc.. Los atravesamientos de género estuvieron presentes desde el primer día en el que las mujeres se acercaron a la institución para inscribirse al proyecto. Las motivaciones para asistir fueron variadas, por supuesto que primordialmente estaba la necesidad de trabajar para autosustentarse y sustentar a sus familias, aunque ésto con diferentes matices. En la mayoría de los casos de las que abandonan lo que está en juego son todas aquellas cuestiones comunes a la mayoría de las mujeres, que impiden o limitan su acceso y permanencia en el mercado laboral .Limitaciones y exigencias derivadas del cuidado infantil y/o de los adultos mayores a su cargo, los estereotipos y barreras que condicionan sus opciones vocacionales, situaciones de violencia familiar, las dificultades para poder llevar a la práctca, respetando y haciendo respetar sus propios deseos, sus objetivos, sus sueños, pues anteponen el servicio y el cuidado de los demás a su propio proyecto laboral. En aquellos casos en los que han pasado un largo período sin trabajar, dedicándose a la crianza de sus hijos; al incorporarse a este proyecto de búsqueda de empleo, han manifestado los temores de no poder reinsertarse. Sin embargo, es notorio, como al encontrarse con otras mujeres que están atravesando situaciones similares han logrado reforzar sus lazos sociales, han revalorizado su fuerza laboral, han empezado a ver las actividades que hacían habitualmente, como trabajo. Comienzan a poner en cuestión muchos prejuicios y mitos que a fuerza de repetirse tenían status de ley y a reflexionar sobre ciertos aspectos de sus vidas que sin darse cuenta las estaban oprimiendo. Por ejemplo, el reparto de las tareas al interior del hogar, tanto con la pareja como con los hijos, el poder pensar en una nueva organización de las mismas más favorable para todos y todas las integrantes de la familia. La cantidad de tiempo dedicado al placer y al trabajo no remunerado, el poder del dinero, la autoestima, la posibilidad de negociar al interior del hogar y en el mundo exterior, el cuidado de la propia salud,etc. Durante el período de habilitación laboral, las beneficiarias hacen un trabajo codo a codo con su Agente de intermediación laboral, con quien tienen una serie de entrevistas individuales para trabajar todos los aspectos de su vida vinculados a la consecución de un empleo o a la generación o fortalecimiento de algún emprendimiento que ya tienen en marcha, aunque desorganizado e improvisado. Aquellas integrantes para quienes no bastaban los encuentros con su Agente de intermediación laboral ni los grupales porque se las veía inseguras, con una baja autoestima, o que estuviesen atravesando alguna situación angustiante que era menester enfrentar antes de salir al mercado laboral fueron derivadas al taller de apoyo psicosocial. Allí se trabajaron específicamente todas estas cuestiones y trató de ponerse en blanco sobre negro todos los sostenes con los que cada una cuenta para salir adelante. Durante dos meses se encontraron con otras mujeres para reflexionar sobre sus dificultades, la mayoría se sintió más fortalecida y mucho más segura. El espacio grupal funcionó como un lugar de contención y de pertenencia importantísimo para ellas. Sin embargo, la realidad demuestra que si bien las mujeres que salen a trabajar, en el caso de aquellas que conviven con un hombre, plantean una división de las responsabilidades económicas del hogar y aportan con su trabajo en el mundo público. Al interior del hogar, las responsabilidades domésticas, y de cuidado de niños/as y pesonas dependientes sigue recayendo en su mayoría sobre ellas. Con lo que el conocido concepto de doble jornada de trabajo se evidencia en sus vidas con las consecuencias que ello trae ( dificultades para el cumplimiento con el trabajo, cansancio, falta de concentración, problemas de salud, etc). . Como afirma Karina Batthyani, en su trabajo “:Cuidado infantil y trabajo ¿un desafío exclusivamente femenino?[1] “, “El tema del cuidado y las responsabilidades familiares, principalmente el cuidado de los niños y las personas dependientes, plantea hoy más que nunca la interrogante acerca de la posición de las mujeres y su igualdad en distintos ámbitos de la sociedad, pero principalmente en la esfera de la familia y el trabajo. Si bien existen rasgos comunes a todas las mujeres que tienen responsabilidades familiares y de cuidado, éstas no son un grupo homogéneo, pues sus responsabilidades dependerán de la clase social a la que pertenecen, la edad, estado civil o el lugar de residencia. Las mujeres de diferentes sectores económicos plantean diferencias en sus prácticas y estrategias para articular las responsabilidades de cuidado con su vida laboral, en función de las características de su trabajo, del tipo de hogar al que pertenecen, de sus ingresos y de las redes informales de que disponen.... En todos los casos, sin embargo, los cuidados infantiles dependen de una compleja ambivalencia de prestaciones familiares, domésticas, estatales, remuneradas y no remuneradas.” Es importante destacar que muchas de las beneficiarias del proyecto, no convivían con el padre de sus hijos/as. En esta situación hay diferentes casos, el padre ausente, el padre separado pero que eventualmente visita a sus hijos/as y aporta algún dinero, y en menor medida el padre que no convive pero que se hace cargo de sus responsabilidades parentales. En éstos últimos casos, igualmente hay que destacar que por muy presente que esté el padre, las tareas vinculadas a la paternidad tienen que ver más con acciones orientadoras, que no necesitan , como en el caso de las tareas realizadas por la madre una presencia constante y cotidiana. Esto se modifica sólo en aquellos casos en los que la mujer plantea una negociación en la división de las tareas de cuidado de los hijos, situación muy poco común en las mujeres que asistieron al Club de empleo de San Nicolás. Las consecuencias de esta situación han sido una constante a lo largo del proyecto, y se han convertido en un obstáculo bastante difícil de sortear . Y por supuesto se ven más perjudicadas aquellas que tienen escasos recursos, que no cuentan con redes familiares que las sostengan y que deben decidir entre salir a trabajar para mantener económicamente a su familia o quedarse cobrando algún plan social (insuficiente ) e imaginando estrategias de supervivencia más vinculadas al trabajo independiente e informal de ventas de productos cosméticos o de otro tipo, que muchas veces les cuesta cobrar, trabajar por horas en el servicio doméstico o cuidando niños/as o adultos mayores, todo lo cual les permite manejar sus horarios articulándolos con el cuidado de sus hijos y la realización de las tareas domésticas, con la consiguiente precarización de sus vidas. Como se ve se reproduce en el mundo público el trabajo del mundo privado. La asignación de las responsabilidades de cuidado de los niños/as a las mujeres es muy difícil de modificarse y a pesar de que hemos planteado la discusión entre ellas, y pueden advertirlo, los cambios al interior de los hogares no se realizan sólo porque ellas adviertan esta situación. No sólo los varones son los que no asumen estas tareas como propias de la mujer, también los hijos/as reclaman la presencia materna y a las propias mujeres les es muy difícil delegar estas tareas. Hay un imaginario social de lo que es una buena madre del cual es muy difícil apartarse sin consecuencias.. Y además hay una realidad, alguien tiene que ocuparse del cuidado de los menores, y tal como hemos sido socializados, esas somos las mujeres. Si las madres no podemos hacerlo buscamos sustitutas en las abuelas, vecinas, tías o en el mejor de los casos alguna empleada a quien se le paga por esta tarea. También se observó una deficitaria relación con el dinero y la posibilidad de negociar para obtener mejores resultados económicos. Se detectaron dificultades para valorizar su trabajo en dinero y exigir la paga correspondiente, hay un temor a no estar suficientemente capacitadas, y una gran dificultad para ver el error como parte importante del aprendizaje. Este punto es muy recurrente, se observa una gran inseguridad en la mayoría de ellas, y siempre están dispuestas a asistir a cualquier capacitación que propongamos. Las inseguridades provienen de un sentimiento de inferioridad, producto de sentir que les falta capacitación y en el caso en el que esto no es así, de la falta de experiencia, de la baja autoestima, de la escasa capacidad para negociar con el o la empleadora. Muchas de ellas se muestran temerosas de volver al mercado laboral, ya que han pasado un largo tiempo sin trabajar fuera de su casa y esto les genera la sensación de estar fuera de carrera, les cuesta apropiarse de sus saberes y de la experiencia pasada. Llegan con la autoestima muy baja. En el caso de las mujeres víctimas de violencia, debemos reflejar que a las que aparecieron durante los primeros meses se fueron sumando otras que al principio no lo habían develado. Del total de las beneficiarias, las víctimas de violencia son 16, constituyendo un 21% del total de las beneficiarias. Las que han atravesado el tratamiento proporcionado por la Institución, y han logrado alejar al agresor de sus vidas, pueden comprometerse con la búsqueda del empleo y la consecución de su independencia económica.. Pero si no han logrado salir del círculo que las domina, les es más difícil encontrar la fuerza moral para enfrentar la búsqueda del empleo o el sostén de un emprendimiento. La baja autoestima, especialmente en estas mujeres se constituye en la gran dificultad para poder superar la situación de violencia que las aqueja y las atrapa en un círculo del cual les es complicado escapar. La evaluación general del proyecto es muy positiva, creemos que las mujeres que han permanecido hasta la instancia del examen se muestran entusiastas a pesar de las dificultades detectadas ya que tienen un gran potencial que ayudamos a desplegar, están comprometidas e ilusionadas. El proyecto ha sido un gran disparador en su vida de ansias de superación y de emancipación económica. Se trabajo por lo tanto no sólo en la obtención de un trabajo sino en la toma de conciencia de sus derechos, en su autoestima, en la comprensión de la necesidad de hacer algo por ellas más allá de hacer algo por sus familias. Ha sido una ventana abierta a un mundo para muchas de ellas desconocido. Hemos detectado efectos que van más allá de cuántas se emplearon o armaron su emprendimiento y que son lo más difícil de cuantificar. Lo que sucede es que estos resultados a veces no son visibles y otras exceden el tiempo cronológico del Proyecto. Creemos que es imprescindible hacer un trabajo más intenso en cuanto a la identificación de cuál es el valor del trabajo para las mujeres, cuánto están dispuestas a invertir en la búsqueda, si esa búsqueda tiene límites o no, cuales son las condiciones en las que se lleva a cabo, cuáles son las competencias que tienen, cuáles necesitan desarrollar, cuáles pueden adquirir según sus condiciones concretas de existencia y cuáles será muy dificultoso. Estos procesos de cambio en mujeres que acuden al programa, la mayoría de ellas muy golpeadas social y familiarmente, necesitan un tiempo de maduración y sobre todo de sostén, porque a veces salen de los encuentros o talleres con energía, y al llegar a su realidad, y notar que no sólo hacen falta ganas sino algunas otras cualidades más, sobreviene el desaliento. Nos parecería importante trabajar este mismo proyecto con mujeres jóvenes ya que también tienen muchas dificultades, de hecho se le suma a la discriminación por género la discriminación por la falta de experiencia y la edad y el acompañamiento y fortalecimiento como el que ofrece el proyecto puede ser más aprovechado. Lic. María Teresa Gutiérrez - Coordinadora local del Proyecto - CEIM San Nicolás -
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